martes, 11 de octubre de 2011

Time stops.


Había empezado a perder los años. Cuando miraba hacia atrás,siempre los encontraba en su sitio, bien ordenados, exactos y limpios, dispuestos en fila india, como un ejército de soldaditos de juguete, ahí estaban todos, era tan fácil como aprender a contar con los dedos.

Ahora procuro no volver jamás la cabeza, porque no sé muy bien adonde han ido a parar mis últimos años, no comprendo en qué agujero, dónde se me cayeron o qué me pasó cuando los cumplí, pero lo cierto es que no los recuerdo, no soy consciente de haberlos vivido, es como si el tiempo se devorara a sí mismo, como si cada día que pasa me robara un día pasado, como si los años se anularan entre sí. Intento no exprimir el mundo para no justificar mi vida cada doce horas.

Mi vida, aquella caja tan grande, envuelta en un papel rojo y asegurada con tantos lazos; me pregunté de qué había resultado estar rellena. Cada vez que escucho decir que alguien necesita más tiempo para él/ella se me ponen los pelos de punta. Yo lo que necesito es menos tiempo, que me lo quiten, que me lo aplacen, que no cuente, porque si hay algo que sobra en todos los años que he perdido es precisamente eso, tiempo.

Quizás, lo único que ocurre es que mi insatisfacción contradice el modelo de insatisfacción consagrado por las estadísticas para mujer española emancipada de clase media urbana de mi edad.

4 comentarios:

  1. También le he estuve dando vueltas a eso que dices hace unos pocos días. Quizás en eso consiste hacerse mayor... aunque el espacio y el tiempo no parezcan correr en tramos iguales.

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  2. bueno, lo pasado pasado está. y al calendario que le parta un rayo.

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  3. ¡Oh, Dios! Acabas de ganarte una seguidora más. Es cierto que lo que nos sobra es tanto tiempo que perdemos. Me gusta muchísimo cómo escribes, tu blog es precioso :)
    Besos.

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